Letra del himno nacional de la República Oriental del Uruguay (versión actual, tal como se canta)
Orientales, la Patria o la tumba.
Orientales, la Patria o la tumba.
Música: Francisco José Debali
Francisco José Debali.
De nacionalidad húngara, nacido en 1791, Francisco José Debali llegó al Uruguay en el año 1838. Músico de profesión, era instrumentista, compositor y maestro de música. En 1839 fue designado Músico Mayor de la escolta del entonces Presidente de la República, Gral. Fructuoso Rivera.
Prodigó su actividad profesional, actuando entre 1841 y 1848 como director de la orquesta de la primera sala teatral de Montevideo, la denominada “Casa de Comedias”; al mismo tiempo que actuaba como maestro director de bandas militares y ocasionalmente dirigiendo orquestas en espectáculos de los teatros Solis y San Felipe.
Hacia 1845 compuso la música del Himno Nacional, sobre un texto de Francisco Acuña de Figueroa; que fuera ejecutado en público por primera vez el 19 de julio de 1845. El manuscrito original de la partitura, se encuentra conservado en el Museo Histórico Nacional.
En la elaboración de dicha partitura, y debido a su dificultoso dominio del idioma español, Debali se asesoró con un músico aficionado de su amistad, Fernando Quijano; el cual a su vez presentó la obra para su aprobación como Himno, en 1848. Ello llevó a que durante cierto tiempo se discutiera quién era el verdadero autor de la música de nuestro Himno Nacional, si Debali o Quijano; pero definitiva se ha establecido que Quijano solamente colaboró con Debali en cuanto a la interpretación de elementos del texto a los fines de su musicalización.
En una carta publicada en la prensa en 1855, Debali expresó que Quijano “...tuvo efectivamente alguna parte en la composición de la música, porque él fue quien me hizo penetrar del espíritu del Himno, y en cierto modo del tono que debía asumir aquella”.
Debali falleció en Montevideo, en 1871.
Pese a ser el autor de la letra de los himnos nacionales de Uruguay y Paraguay, no se adhiere a la causa independentista, sino que se mantiene leal a los gobiernos coloniales de Elío y Vigodet, y al caer Montevideo en 1814, con unos 25 años de edad, se exiliara a la Corte portuguesa de Río de Janeiro, donde desempeña funciones diplomáticas para España. Por el contrario su padre permanece en Montevideo, donde es confirmado en sus cargos por el nuevo gobierno dada su capacidad para el cargo.
Retorna a Montevideo en 1818, después de la caída de José Artigas, al quedar la ciudad bajo el dominio portugués, y ya pemanece allí. Además de su labor literaria, ocupa los cargos de Tesorero del Estado (sucede a su padre), miembro de la Comisión de censora de las obras teatrales ( en 1846), y Director de la Biblioteca y Museo Público (1840 - 1847)..
Una antología de sus poemas fue publicada en 1965 en la colección de clásicos uruguayos de la Biblioteca Artigas.
Una de sus obras más curiosas es la Salve Multiforme, de la que dice el autor :
La Salve Multiforme tiene dos aplicaciones, dos objetos diferentes. El primero, el más esencial y determinado es puramente religioso; el segundo tiene una aplicación profana o política. Bajo aquel primer aspecto es un tributo de veneración y aplauso inagotable a la divina reina del cielo, es la oración de la Salve presentada y reproducible en casi infinitas formas: tantas, que no bastarían muchos millones de años de continuada e incesante lectura para apurar todas las paráfrasis posibles de aquella oración, más o menos diversas, que según este método se pueden conformar. (...) El autor ha dividido la salve en 44 fragmentos, colocados sucesivamente en otras tantas columnas, numeradas desde 1 a 44. Cada fragmento tiene en su propia columna 26 paráfrasis de él mismo, o al menos, palabras aparentes a aquel lugar, y combinables con cualquiera de los 27 fragmentos de las columnas antecendentes y siguientes, sin quebrantar el sentido de la Salve, que así se va conformando guardando la sintaxis gramatical; sin repetir en una Salve entera un fragmento ya usado en ella misma. (...) Resulta, pues, que tomándose al acaso un fragmento cualquiera de la columna 1ra., otro cualquiera de la 2da., otro de la 3ra., etc., siguiendo así hasta la columna 44 se formará siempre una paráfrasis completa de la salve, tal vez elegante, tal vez débil, pero nunca impropia o incoherente en su sentido. Siendo, pues, 27 los fragmentos de la 1ra. columna, combinables libremente con cualquiera de los 27 siguientes, y éstos con los sucesivos, y así progresiva y mutuamente con los de las demás columnas, es evidente que se pueden combinar y se combinan, millones de millones de Salves, más o menos diversas, es decir, con más o menos diferencias de fragmentos entre sí. En llegado a la columna 44 se añade la palabra amén o así sea, que está en la columna última o supletoria, para terminar debidamente cada oración de aquellas.